Graz es, en muchos sentidos, una ciudad eslava. Incluso su nombre lo revela: Graz proviene del eslavo Gradec, que significa “pequeño castillo”. Esta simple palabra es la puerta de entrada a una historia profunda y fascinante que, con demasiada frecuencia, pasa desapercibida. Ubicada en una región fronteriza, Graz ha sido durante siglos un lugar de encuentro entre culturas. Su historia está marcada por un constante intercambio con el mundo eslavo —y no solo en el lenguaje. Topónimos, apellidos, platos típicos y tradiciones conservan la huella de generaciones de hablantes eslavos que se establecieron aquí y dejaron su impronta en la vida de la ciudad. En este recorrido exploraremos esa dimensión menos conocida de Graz. Seguiremos los pasos de quienes llegaron desde tierras de lenguas eslavas; personas que trajeron consigo sus idiomas, saberes, oficios y costumbres, y que, en silencio, también ayudaron a dar forma al alma de esta ciudad.