A las afueras del bullicioso centro de Graz, en el oeste de la ciudad, se alza el imponente castillo de Eggenberg, la joya barroca de la región y, desde 2010, orgulloso integrante del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Curiosamente, el diseño del palacio se inspiró en el antiguo Alcázar de Madrid. Así, para sorpresa de muchos, en Graz encontrará un recuerdo poco conocido de la historia española reflejado en esta joya arquitectónica. Pero Eggenberg no es solo un palacio: es una visión del universo transformada en arquitectura. Cada sala, cada detalle, forma parte de un simbólico modelo del mundo según la cosmovisión del siglo XVII. Pasear por sus salones de representación —decorados con auténticos tesoros, como las piezas de los gabinetes indianos— es como viajar en el tiempo hacia una época de esplendor, misterio e ilusión. La antigua capilla del palacio, una delicada obra maestra del arte gótico, cautiva con su belleza serena. El jardín inglés invita a recorrer sus senderos sombreados, a detenerse junto al montículo de rosas que embriaga con su fragancia, mientras pavos reales deambulan con majestuosa tranquilidad. Y la experiencia no termina ahí: el recinto del palacio alberga tres museos más —la Galería Antigua, el Museo Arqueológico y el Gabinete de Monedas— que completan una visita inolvidable.